
La toma de decisiones es uno de los aspectos más trascendentales de la vida, una tarea complicada cuyas consecuencias se deben afrontar con madurez y optimismo, pues no siempre resultan como deseamos.
Por esta razón debemos prepararnos para afrontar las consecuencias de nuestras elecciones, dispuestos a asimilar cualquier resultado por negativo que sea. Y ésta es una ardua tarea para la que debemos entrenarnos desde la infancia.
Los padres deben preparar a los hijos para ser autónomos, enseñarles la libertad de decidir y fomentar en ellos la seguridad para afrontar las consecuencias de lo que elijan. Esto requiere esfuerzo, dedicación y constancia, pues a medida que los hijos van creciendo también lo hacen sus responsabilidades y de la mano de éstas la necesidad de tomar decisiones.
La toma de decisiones por lo general, requiere de experiencias previas que nos orienten sobre la opción más acertada. A menudo, recurrimos a soluciones de acontecimientos similares que o bien hemos vivido y experimentado en primera persona, o bien hemos presenciado en otros, para actuar en consecuencia.
Tratamos de hacerlo de la mejor manera posible, escogiendo la alternativa que consideramos más apropiada, la que, en situaciones similares, nos ha sido eficaz en el pasado. Sin embargo, los niños y las niñas no cuentan con experiencias previas que les puedan llevar a decidirse por una alternativa u otra. Se enfrentan a acontecimientos nuevos y requieren de una preparación anterior para poderlos abordar, de ahí la importancia de enseñarles la manera más correcta de decidir.
Tomar decisiones se convierte en una cuestión de actitud, en la medida en que posteriormente, debemos afrontar el resultado de ellas. De nuestra actitud dependerá no sólo lo que elijamos, sino la manera en que nos afecte el resultado.
En algunas ocasiones nos encontramos con padres, que por miedo o por proteger a sus hijos no los dejan elegir ni enfrentarse a los pequeños fracasos, siempre escogen lo mejor para ellos evitándoles consecuencias negativas. Esto es un error ya que no los están dejando aprender y están preparando adultos dependientes y con muchos temores.
Algunas recomendaciones para trabajar la toma de decisiones en niños (3 a 8 años) son las siguientes:
Por tanto es importante enseñar esta competencia a temprana edad ya que son fundamentales para tener adultos que sepan tomar decisiones.