
“¡Somos energía!” dicen los metafísicos y la ciencia comienza a darles la razón. La energía es ese poderoso combustible vital que nos lleva al éxito o al fracaso en la vida. Y es el sexo un medio para incrementarla o desperdiciarla.
La energía es la fuerza vital para pensar, sentir, movernos, desear y alcanzar nuestras metas.
Una persona con mucha energía es activa, vive motivada, es dinámica y, generalmente, es exitosa. Su energía le da la capacidad para atraer personas a su vida, para generar grandes ideas y materializarlas. Por el contrario, una persona con baja energía suele ser depresiva, problemática, y vivir frustrada por su incapacidad para alcanzar sus metas.
Sexualmente, una persona con mucha energía suele tener un libido (deseo sexual) más elevado que el promedio, ya que su energía busca la forma de ser utilizada. Por eso, la persona con mucha energía debe tener también la inteligencia para canalizarla y aprovechar su poder, equilibrando sus deseos y orientando su energía con fines constructivos.
Una persona con mucha energía suele tener un deseo sexual más elevado… Debe tener la inteligencia para canalizarlo.
El problema radica cuando la persona con mucha energía da rienda suelta a sus deseos sexuales, desperdiciando y dividiendo su energía con diferentes parejas o teniendo prácticas sexuales que lo perjudican, física y mentalmente. Con ello, se desperdician grandes cantidades energía que podrían llevarlo al fracaso en diferentes aspectos de su vida, sin darse cuenta.
¡Cuidado! el sexo también puede ser la principal forma de desperdiciar tu energía y llevar tu vida al fracaso.
Aunque hay diferentes formas de incrementar nuestra energía vital, es el sexo uno de los canales más poderosos para hacerlo, cuando se sabe aprovechar. Pero, ¡Cuidado! el sexo también puede ser la principal forma de desperdiciar tu energía y llevar tu vida al fracaso.
El sexo resulta energéticamente beneficioso para ambos cuando se realiza con un mismo compañero sexual, cuando la relación corporal sucede entre dos personas que mantienen una relación emocional sana y estable, más si comparten un mismo entorno y hogar. Es decir, cuando dos personas están emocional y energéticamente conectadas, el sexo funciona como principal renovador para ambos. Así, la energía fluye y refluye sobre su mismo entorno.
Investigaciones recientes demuestran que en una relación sexual hay un intercambio de energía y sustancias que influyen directamente en el estado anímico de las personas. Es un gran aporte pero también una gran pérdida de energía.
En el intercambio sexual, la mujer suele ser la principal beneficiada energéticamente, tomando gran parte de la energía que libera el hombre, inyectándole a su cerebro sustancias que incrementan temporal y positivamente su estado anímico. El hombre, por su parte, libera una gran cantidad de energía, se equilibra, por lo que suele terminar relajado, cansado y con la necesidad inmediata de recuperar la energía perdida.
Es un hecho que cuando dos personas tienen un encuentro sexual están cruzando sus energías. Según los tibetanos, el karma de ambas personas se influye, se contagia, y algo de eso se queda en la otra persona. Peor es esto, cuando existe promiscuidad y se da rienda suelta al sexo con diferentes parejas, siendo la peor forma de derrochar la energía de vida.
El sexo es poderosamente positivo cuando se realiza con un mismo compañero sexual con el que se comparte un entorno estable y amoroso.
Desde hace miles de años, varias disciplinas filosóficas sostienen la idea de que el sexo es una poderosa forma de renovación energética, por lo que existen prácticas como el sexo tántrico y métodos para incrementar la energía durante la relación sexual. Todo, con una pareja con la que se tenga una conexión emocional fuerte y se comparta un modo de vida.
Desde diferentes perspectivas, el sexo es poderosamente positivo cuando se realiza con un mismo compañero sexual con el que se comparte un entorno estable y amoroso.