En nuestra sociedad es muy valorado el que una persona sea autoexigente y altamente competitiva, quienes se apegan a estos parámetros se vuelven personas de “Excelencia” “Triunfadores”.
Y es verdad que cierto nivel de exigencia es necesario para lograr nuestros objetivos, pero cuando este nivel interfiere en nuestro bienestar, algo no anda bien.
Muchas personas piensan que lo normal es esforzarse hasta la perfección a como dé lugar, y consideran mediocres o conformistas a aquellos que no se esfuerzan como ellos. Sin embargo este nivel de perfeccionismo tiene su precio:
• Aislamiento social
• Humor depresivo
• Sensación de fracaso y frustración
• Pensamiento obsesivo
• Lentitud y la pérdida de tiempo
• Insatisfacción con la propia imagen.
Desde una perspectiva clínica el Esquema de Perfeccionismo se relaciona directamente con los siguientes criterios:
1. Presencia de un esquema de auto-evaluación anómalo que se manifiesta por:
• Concentración focalizada en un área específica (por ejemplo, pérdida de peso).
• Fijación de metas poco razonables, pero que su personalidad determina como óptimas.
• Auto-evaluación constante del logro de los objetivos, autocriticándose y auto-evaluándose de una manera negativa y constante. (“Lo pude haber hecho mejor”, “Lo estoy haciendo todo mal”, “soy un inútil”)
2. Una lucha constante por lograr sus objetivos, sin considerar las consecuencias negativas que le puede traer:
• emocionales (depresión, etc.)
• físicas (insomnio, etc.)
• cognitivas (dificultad para concentrarse, etc.)
• conductuales (comprobación excesiva, lentitud…).
Los logros son importantes, pero no nos definen como personas, tener éxito es muy deseable, pero siempre es importante valorar los costos.